viernes, 15 de marzo de 2013

El Fuego Que Quema Recuerdos

Y mirar pasar los días, y envolverse de momentos que quedaron atrás. Es usual perseguir lo que ya no tenemos, en tanto nos ocupamos de descuidar lo que nos sobra.Y es así, un hábito que nunca tendría que haberse fundado, una costumbre que irradia monotonía. No entiendo, quisiera, pero no es algo que pueda explicar. ¿Aferrarse tanto a lo que ya pasó para cerrarle el paso a lo que está por existir? No lo creo, no al menos por ahora. Siempre es mejor animarse a lo nuevo, porque uno nunca sabe lo que pueda entrar por la puerta principal. En cambio, si tapiamos las ventanas y le cambiamos la cerradura a dicha puerta, sólo nos quedaran las cenizas de una llama que tal vez pueda volver a encenderse, pero tal vez no. Nadie tiene la firme convicción de nada, pero tampoco es cuestión de descartarlo todo.
Y el fuego va desgastando al hielo que recorre el pasillo tan angosto que es la vida. Y se van consumiendo los recuerdos de tanto ser invocados. Es pisar fuertemente el freno sin siquiera haber acelerado. Es volar en retroceso y llegar a ningún lado. Es posible pensar que yendo para el lado equivocado, tal vez nos topemos con lo correcto. Irónica certeza que nadie sostiene. Es aniquilar la esperanza lentamente con solo ver que no vemos el presente y siempre vivimos en el ayer. Son tantas las vidas que revivimos a nuestro lado, y tan pocas las disciplinas que hemos incorporado. No aprendemos, solamente sumamos experiencia. Y sirve, claro que sirve. Todo juega, a favor o en contra, pero nada ni nadie se queda estático sin apoyarse en un rol.  Los momentos, las dudas, las preguntas respondidas y las cuales aun no tienen respuesta. Las miradas ocultas, esas que son un misterio que ni las palabras pueden describir, ni descubrir. Todo suma a que restemos.
El universo que creamos no tiene nada que ver con el que estamos recordando. Recordamos lo que pasó, pero lo que sucede en ese mismo instante es algo a lo que llamo "retroceso involutivo de momentos que existieron." ¿Qué es esto? Simple. Volvemos, viajamos, a un presente en el cual eramos un poco más inexpertos, por obvias razones, y nos quedamos asentados allí. Sin tener conciencia de que es solo un momento de nuestro pasado, fue, algo real, no es algo real, sino, todo lo contrario, es parte del recorrido de nuestra mente. Pero sin embargo lo creemos tan real que sentimos que el tiempo no pasa. Lo denomino como un retroceso involutivo ya que en vez de crecer a la par de nuestro tiempo, buscamos respuestas que no vamos a encontrar nunca. No es lo mismo leer un libro añejo que ya casi por obra de la combustión se torna ilegible, que insertarse en la lectura de un libro del año. ¿Por qué no es lo mismo? Porque la información estaría desactualizada, porque las páginas culminan su ciclo, por el simple hecho de que conforman un contexto que si bien forjaron nuestra madurez, no puede volver a repetirse.
Somos habitantes de un fuego que con cada sentimiento se vuelve más extenso. No se apaga fácilmente, de hecho, no se apaga. Siempre queda, siempre quema, pero lo más importante, siempre cubre de llamas nuestra intención de olvidar.
No digo que no sea posible, tampoco que es el fin, pero sólo nosotros somos capaces de cerrar un capítulo, de dejarlo de escribir. Vamos agregando hoja por hoja al recordar, un libro de innumerables páginas que tiene únicamente ese capítulo, el cual no percibimos, pero que siempre se prolonga. Ya lo vamos a entender, el día que logremos controlar la llama, el día que podamos dejar de hacer ese cortocircuito, ese día, vamos a  recordar en frío y el único calor va a ser el de la satisfacción de haber progresado, en un presente, donde no cabe el pasado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario