Tantas voces, tanta soledad y millones
de almas latiendo a la par. A veces el destino nos regala, a veces es un ladrón,
a veces se puede, pero a veces no. El tiempo recorre la vida, como el mar deja
su rastro en la arena. Es un vaivén que no cesa, de esos tornados que no frenan.
Una estrella viajó hacia mí, de
dónde, todavía no descubrí. Poco importa saberlo, poco importa el resto, si sé
que puede sonreír.
La dulzura es su base, la
ternura complementa, es tan noble lo que hace, y de amor se alimenta.
Preocupada busca y busca, pero no siempre hay respuestas, sé que nadie las separa,
es ella y su alma que es perfecta. No creo que pueda, ni pienso que lo haré,
encontrar a otra estrella cuya luz sea inmensa. Miro fijo al destino, le
pregunto y miro otra vez, le hago señas y argumento, que mi cielo está completo
si reina ella en él.
Ella que se cansa, pero de
brillar, es esperanza, mi manera de avanzar. No se apaga ni es intermitente,
simplemente es alguien diferente. Combina el sol y la luna, y hace morir de
envidia a las flores más hermosas. Como ella no hay ninguna, no hay
constelación más luminosa.
Una estrella viajó hacía mí,
vino de un lugar lejano, ahora pude descubrir. Es tan puro su cariño, tantas
veces lo sentí, que si decide regresar, yo también he de partir.
Tantas voces, tanta soledad, y
junto a su luz, yo también quiero brillar.