viernes, 20 de septiembre de 2013

Una Estrella

Tantas voces, tanta soledad y millones de almas latiendo a la par. A veces el destino nos regala, a veces es un ladrón, a veces se puede, pero a veces no. El tiempo recorre la vida, como el mar deja su rastro en la arena. Es un vaivén que no cesa, de esos tornados que no frenan.
Una estrella viajó hacia mí, de dónde, todavía no descubrí. Poco importa saberlo, poco importa el resto, si sé que puede sonreír.
La dulzura es su base, la ternura complementa, es tan noble lo que hace, y de amor se alimenta. Preocupada busca y busca, pero no siempre hay respuestas, sé que nadie las separa, es ella y su alma que es perfecta. No creo que pueda, ni pienso que lo haré, encontrar a otra estrella cuya luz sea inmensa. Miro fijo al destino, le pregunto y miro otra vez, le hago señas y argumento, que mi cielo está completo si reina ella en él.
Ella que se cansa, pero de brillar, es esperanza, mi manera de avanzar. No se apaga ni es intermitente, simplemente es alguien diferente. Combina el sol y la luna, y hace morir de envidia a las flores más hermosas. Como ella no hay ninguna, no hay constelación más luminosa.
Una estrella viajó hacía mí, vino de un lugar lejano, ahora pude descubrir. Es tan puro su cariño, tantas veces lo sentí, que si decide regresar, yo también he de partir.
Tantas voces, tanta soledad, y junto a su luz, yo también quiero brillar.    
   

jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuando Se Lleva Tiempo Sin Escribir...

Cuando se lleva tiempo sin escribir las ideas se acumulan. Volcanes activos que duermen tranquilos, que en algún momento harán erupción. Cuando las letras se ponen en pausa, cuando ninguna hace fila detrás de la otra, es cuando los pensamientos se quedan flotando, a la espera de algún cazador fantasma que las quiera reunir. Serán muchas palabras que toman distintos caminos, será que ninguna le tiene miedo al destino. Debemos crear la advertencia para esa persona que está frente nuestro, somos dueños de lo que decimos, pero no de eso que el otro creyó entender.
Cuando el sonido es silencio, cuando los ojos no ven, cuando la risa es ese impostor que se disfraza a cada momento, es cuando más debemos estar atentos. Sale un grito disparado a lo incierto, y hay baldosas que viven bailando, no hay certezas que no sean desiertos, no hay dudas que sean un charco. ¡Atención!, que viene el diluvio, gotas y gotas de malos entendidos, un mar de malos recuerdos. !Que frenen! es esa gran petición que surge del suelo. Nadie responde, sigue pasando, ¿Quién lo detiene? el tiempo lleva el comando.   
Cuando las alas no se abren más, cuando la vida se sufre y no se vive, cuando las voces quieren un final, es cuando hay algo que se está haciendo mal. Las mentiras atacan, no hay escudos contra ellas, son esa clase de parásitos eternos que tantas huellas dejan. El tiempo solo intenta cicatrizar una o mil heridas, pero no puede deshacer del todo la marca de tantas batallas perdidas.
Cuando se lleva tiempo sin escribir... pasa lo que pasa, pero nunca deja de pasar, la idea de querer escribir más.

sábado, 11 de mayo de 2013

Es Ella

Inalcanzable, sabemos que existe, pero no cómo llegar. Es esa persona que nos saca la mejor sonrisa, esa misma que el destino se empeña en ubicar en el punto exacto para que nuestro camino tenga la ruta que va hacia ella. Me gusta verla porque me gusta, sin motivo aparente. Es cómo el sol al amanecer, o el ocaso del mismo. Aunque lo veamos, o sólo veamos su luz, siempre lo esperamos. Después de una tormenta o un día nublado, con ansias deseamos verlo asomarse, estemos donde estemos. Me gusta su piel, tan suave como el terciopelo, tan delicada como una flor. No puedo alcanzar este anhelo, simplemente porque me supera por mucho. No importa de cuanta voluntad se cuente, no importa cuanto lo queramos. Ella es así, un sueño que aparece estando despierto, una primavera en pleno florecimiento.
Y yo que pensaba que no se podía describir lo que siento con palabras, y aunque sé que la tarea es difícil ella lo puede todo. Puede ir a la luna y volver dejando su aliento, puede ser invisible y desaparecer y seguir aquí dentro. Porque en definitiva ella no se va. Ni a cientos de kilómetros la siento lejos, ni en otro planeta se borra el reflejo de su mirada, y me veo envuelto en su calor, y se enfría todo en mí, si no la pienso.
El tiempo y yo la vemos y no cambia. Pasan los años y ella sigue intacta. No hay brisa que arrolle su fortaleza, no hay persona que contamine su pureza. Tienen mil campos de batalla minados, tiene granadas derramadas por toda la cama, y ni eso la hace retroceder. Tiene el mejor escudo que alguien pueda tener, el valor. Está lista para atacar con su esencia, con su forma de ser, y siendo uno mismo nada nos pueden vencer. Tratan de imitar su belleza, tratan de ser como ella, y consiguen ser un nada absoluto.
El tiempo y yo jugamos esa partida pendiente de apostarle al futuro. Nadie sabe quién pierde, ni quién se queda en la luz o en el lado oscuro. Le dije una vez a ella que no tenía palabras y ahora no puedo dejar de agrandar su persona. Le dije que si todos fallan, yo no la dejaría sola. Y es que ella nunca se va, y por todo lo que sea mutuo merece la pena luchar.
El tiempo y yo, y ahora es ella. Los tres nos juramos no separarnos. El tiempo nos acompañará siempre, y de nosotros depende seguir arriesgando. Correr riesgos nos hace crecer, si corremos el peligro, lo sabremos superar tal vez, o tal vez en un segundo intento, o en un tercero, lo importante es nunca dejar que el miedo y esa sensación de abandonarlo todo nos gane.
Es ella, la dueña del castillo, la reina de mi mundo. Nunca la sentiré lejos, porque este cariño es tan profundo que no tiene fin, tan simple como eso, no tiene fin. Y aunque el tiempo siga en pie y ella rompa el juramente, aunque decida desplegar sus alas e irse muy lejos, la tendré en mí, lo que dura una eternidad, la tendré en mí y de ahí nunca se irá.

miércoles, 17 de abril de 2013

La Tormenta Que Perece Porque El Tiempo Lo Merece

- Tengo miedo - dije en soledad. Pero aunque sabía que ese temor existía, muy pocas veces lograba darme cuenta de eso que lo provocaba. Tal vez era la misma soledad que me atormentaba. En ese momento no lo sabía, y ahora tampoco, las dudas viajan conmigo, como mi alma, que se apaga con cada decepción y tarda lo que una tormenta en sesar, lo que un huracán en dejar de girar, para volver a encederse. Mi única certeza se basaba en el hecho de sentirme solo. Solo como el ruido en el desierto, tan solo como el sol de cada día, como el cántico de un pájaro por la mañana. Y si, era motivo de preocupación para mi, aunque siempre estaba pendiente de las decisiones del tiempo. - Date tiempo, que todos lo necesitamos - me repetía una y otra vez, y así fue como se iba gastando la vida: con temor a la soledad. He llegado a conlcuir que estar solo no es tan malo. Cada uno tiene derecho a crear su propio espacio, el problema, creo yo, surge cuando no elegimos estar solo, sino que no lo podemos evitar.
Nos rodeamos de personas, por elección propia, pero... ¿Siempre es así? Hay muchos aspectos que nos condicionan a elegir a nuestros pares. Inconcientemente, claro, nos dejamos guiar por actitudes, por ciertos rasgos que no percibimos, pero sin embargo están tan presentes como sal en el mar. Hay veces varias en las que nos sentimos rechazados por esa persona que elegimos, y siempre volvemos a intentarlo. No nos rendimos facilmente, porque nuestros deseos pueden más que el alcance de la propia realidad. Y somos necios, no es novedad, que somos pretenciosos tampoco. Y a fin de cuentas a la fuerza tenemos que tomar decisiones, no tanto porque queramos, sino, porque la vida nos obliga.
- Hay que superar todo miedo para avanzar, y hay que avanzar para no temerle al tiempo futuro - decía mi mente, en tanto mi corazón se despedía de lo que sería esa última mueca en la puerta, ese último saludo de aquellas personas que no supieron ver lo que hay en mi, lo que soy, lo que me hace.
Las palabras suenan mejor con sentimientos, y provocan mucho ruido si la cabeza es protagonista de este juego. Esto es un juego, siempre. Un juego en donde nunca perdemos, porque si bien nos sentimos frustrados, con vanas oportunifades, no dejamos de tener siempre una mecha encendida de repuesto para seguir en este rumbo que es la vida.
Vida llana sin montañas, que se eleva y se hunde, vida torpe que tropieza sin que a nadie le pregunte. Vida nueva en la mañana, muerte lenta en las noches, soledades que acompañan, fuertes egos que destruyen.
Las nubes nos opacan, pero el sol siempre está del otro lado, es cuestión de saber qué camino tomar, son elecciones, no podemos saber que va a pasar. Arriesgarse parece la salida más convincente, porque ya no hay nada seguro por lo que nos podamos engañar. Todo es duda y misterio, intriga y también miedo, pero si nos dejamos arrastrar por la corriente, vamos a terminar como esa arena caliente de un día de playa en pleno verano, imposible de evitar, imposible de avanzar.
Y la vida pasa, y los miedos crecen, y la vida pasa, y los miedos se apropian de lo que soñamos. Y porque la vida no tiene freno, es necesario enfrentarlos, porque no somos menos, cada día que pasa, sumamos. 

viernes, 15 de marzo de 2013

El Fuego Que Quema Recuerdos

Y mirar pasar los días, y envolverse de momentos que quedaron atrás. Es usual perseguir lo que ya no tenemos, en tanto nos ocupamos de descuidar lo que nos sobra.Y es así, un hábito que nunca tendría que haberse fundado, una costumbre que irradia monotonía. No entiendo, quisiera, pero no es algo que pueda explicar. ¿Aferrarse tanto a lo que ya pasó para cerrarle el paso a lo que está por existir? No lo creo, no al menos por ahora. Siempre es mejor animarse a lo nuevo, porque uno nunca sabe lo que pueda entrar por la puerta principal. En cambio, si tapiamos las ventanas y le cambiamos la cerradura a dicha puerta, sólo nos quedaran las cenizas de una llama que tal vez pueda volver a encenderse, pero tal vez no. Nadie tiene la firme convicción de nada, pero tampoco es cuestión de descartarlo todo.
Y el fuego va desgastando al hielo que recorre el pasillo tan angosto que es la vida. Y se van consumiendo los recuerdos de tanto ser invocados. Es pisar fuertemente el freno sin siquiera haber acelerado. Es volar en retroceso y llegar a ningún lado. Es posible pensar que yendo para el lado equivocado, tal vez nos topemos con lo correcto. Irónica certeza que nadie sostiene. Es aniquilar la esperanza lentamente con solo ver que no vemos el presente y siempre vivimos en el ayer. Son tantas las vidas que revivimos a nuestro lado, y tan pocas las disciplinas que hemos incorporado. No aprendemos, solamente sumamos experiencia. Y sirve, claro que sirve. Todo juega, a favor o en contra, pero nada ni nadie se queda estático sin apoyarse en un rol.  Los momentos, las dudas, las preguntas respondidas y las cuales aun no tienen respuesta. Las miradas ocultas, esas que son un misterio que ni las palabras pueden describir, ni descubrir. Todo suma a que restemos.
El universo que creamos no tiene nada que ver con el que estamos recordando. Recordamos lo que pasó, pero lo que sucede en ese mismo instante es algo a lo que llamo "retroceso involutivo de momentos que existieron." ¿Qué es esto? Simple. Volvemos, viajamos, a un presente en el cual eramos un poco más inexpertos, por obvias razones, y nos quedamos asentados allí. Sin tener conciencia de que es solo un momento de nuestro pasado, fue, algo real, no es algo real, sino, todo lo contrario, es parte del recorrido de nuestra mente. Pero sin embargo lo creemos tan real que sentimos que el tiempo no pasa. Lo denomino como un retroceso involutivo ya que en vez de crecer a la par de nuestro tiempo, buscamos respuestas que no vamos a encontrar nunca. No es lo mismo leer un libro añejo que ya casi por obra de la combustión se torna ilegible, que insertarse en la lectura de un libro del año. ¿Por qué no es lo mismo? Porque la información estaría desactualizada, porque las páginas culminan su ciclo, por el simple hecho de que conforman un contexto que si bien forjaron nuestra madurez, no puede volver a repetirse.
Somos habitantes de un fuego que con cada sentimiento se vuelve más extenso. No se apaga fácilmente, de hecho, no se apaga. Siempre queda, siempre quema, pero lo más importante, siempre cubre de llamas nuestra intención de olvidar.
No digo que no sea posible, tampoco que es el fin, pero sólo nosotros somos capaces de cerrar un capítulo, de dejarlo de escribir. Vamos agregando hoja por hoja al recordar, un libro de innumerables páginas que tiene únicamente ese capítulo, el cual no percibimos, pero que siempre se prolonga. Ya lo vamos a entender, el día que logremos controlar la llama, el día que podamos dejar de hacer ese cortocircuito, ese día, vamos a  recordar en frío y el único calor va a ser el de la satisfacción de haber progresado, en un presente, donde no cabe el pasado.


martes, 5 de febrero de 2013

La Disciplina del Tiempo: Modo Inicial

Corriendo, haciéndole un monumento a la velocidad imitando a la luz, pero me siento imposibilitado, carente de sentido. Entonces voy corriendo en círculos, tratando de crear un tornado que pueda llevarse muy lejos los malos recuerdos. Y es que es así, los malos recuerdos forman una red capaz de consumirnos, capaz de absorber toda la luz que tenemos, como un agujero negro, que dada su masa y gravedad atrae todo hacia él sin siquiera dejar alguna huella que pueda dejarnos un rastro de lo que fue, y lo que no está en un presente en donde cualquier particularidad hace dudar su existencia real.  Nuestro universo se expande, como la idea de huir, como el miedo alguno que tenemos al nacer, y que se conserva durante toda la vida. Se expande como la rutina, que llegado el momento del cambio, nos arrepentimos y todo sigue igual, pero la idea de pensar que sigue de la misma manera hace ver a esa misma rutina como algo tan, pero tan lejano. Eso ocurre si no hay impulsos que logren vencer la barrera, aquella que pesa toneladas, y que la voluntad puede mover fácilmente.
El tiempo es rebelde, no conoce límites, y aunque sepa de ellos, no creo que los respete. Se mueve siempre hacia adelante, pero nos hace retroceder al pensar en lo que una vez vivimos ¿Viajar al pasado? Empíricamente no sé si sea posible, pero lo vivimos haciendo en nuestras mentes. No hay lugar para un pensamiento carente de recuerdos, no hay dudas de que siempre que avanzamos retrocedemos. La idea de domar al tiempo es absurda, no solo a mi parecer, sino para todo aquel que la escuche. ¿Ponerle un látigo al tiempo y volverlo esclavo? No, siempre seremos nosotros los sumisos, pero eso no quiere decir que no sepamos utilizarlo correctamente. 
El tiempo tiene estrategias, es la gran batalla que nos toca vivir a diario. Que si llegamos tarde a algún sitio, que si debemos salir justo en un momento de ese lugar. Un sin fin de menciones que no haré, pero que suceden y son de lo más comunes. Vivimos aniquilados con la idea del reloj en nuestra mente. Una aguja que pasa por todos nuestros sentidos y que no frena, pero tal vez no sea tan así. ¿Que no se frena?, es verdad, el tiempo no se detiene ni descansa jamás. Pero como el tiempo es una invención, nuestra mente de vez en cuando la aparca y olvida por completo que esa idea fue fundada. Para ser un poco más claro pondré un ejemplo. Cuando miramos fijamente a esa persona que nos llena con cada palabra, esa que respiramos hasta dormidos, el tiempo parece no avanzar ni retroceder, tan solo se queda ahí, estancado en la plenitud, no se piensa en nada, porque el sentir de una persona carece de palabras, solo son emociones que fluyen, como las horas y minutos, que fluyen, como el agua que crea olas, pueden ser rebeldes, pero siempre siguen hacia adelante. 
Es tiempo de fijarse en que el tiempo nos condiciona en todo, pero nosotros podemos condicionarlo a él. Podemos hablar horas de noche, y dormir de día, podemos repetir las mismas acciones, pero uno sabe que jamás tendrán exactamente el mismo efecto. Dar la vuelta a esa sinfonía que nos habla, hablo del más fino sonido de las agujas cuando corren en círculos. No sabemos ni entendemos, pero creamos y creemos. No podemos ser condescendientes con el mismo tiempo, porque el ya eligió, nos toca elegir a nosotros como pisar cada segundo, y qué camino tomar.